domingo, 3 de diciembre de 2017

Pensar el futuro demográfico y territorial de España

[1] Según las proyecciones de población publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de aquí a 50 años España será un país envejecido y lleno de hogares unipersonales, que habrá perdido casi 5,4 millones de habitantes sobre los 46,4 millones actuales. Imagino que las alarmas habrán saltado: seremos más viejos, luego necesitaremos más servicios de atención a la dependencia, luego… La buena noticia es que la esperanza de vida en 2065 ascenderá de los actuales 80,26 años actuales en los hombres y los 85,71 años en las mujeres a los 88,60 años para los primeros y los 91,64 para las segundas.
El informe del INE dice también que estos cambios demográficos van a afectar de manera distinta a unas regiones que a otras, y a las zonas urbanas que a las rurales. Si todo sigue igual, el del mundo rural se va a acelerar en los próximos años. Los descensos de población hasta 2031 serán especialmente fuertes en las comunidades autónomas más rurales: Castilla y León, perderá en los próximos tres lustros 262.068 habitantes, uno de cada diez residentes; Galicia registrará un descenso de 230.722 habitantes; Asturias experimentará la mayor caída poblacional, con una reducción de su población en un 11,1%. Por el contrario la Comunidad de Madrid ganará 331.453 habitantes hasta 2031, un 5,2% más. De hecho, entre 2006 y 2015 el 65,57% de los municipios españoles perdió población, y de estos la mayoría fueron localidades con menos de 20.000 vecinas y vecinos empadronados. Como cabía esperar, los movimientos migratorios internos favorecen a los núcleos urbanos y semiurbanos, mejor comunicados y con mayor oferta de servicios públicos, en detrimento de las localidades rurales.


Leo estos informes y me pregunto si, además de alarmas, se habrán encendido algunos cerebros en algún lugar con capacidad de decisión, con el fin de proponer respuestas innovadoras y positivas a estas situaciones. Porque el futuro no está escrito: lo que tenemos son tendencias probables, que debemos gestionar de la manera más inteligente y justa posible. Y yo me pregunto: ¿no habrá nadie pensando que actuar para mantener la población en las zonas rurales puede ser una excelente política para afrontar el envejecimiento de nuestra sociedad?
Un estudio realizado en Irlanda sobre envejecimiento saludable en las comunidades rurales concluye que hay aspectos positivos y negativos en el hecho de envejecer en entornos rurales: entre los positivos señala la existencia de un fuerte sentido de comunidad, de familiaridad y conexión con el territorio, así como la existencia de fuertes redes sociales y familiares; entre los negativos, el déficit de servicios públicos y de opciones de ocio y formación. De hecho, un estudio del IMSERSO titulado "Envejecer en entornos rurales" señalaba hace unos años que prácticamente todas las personas entrevistadas decían mantener contacto diario con sus vecinos y/o amigos.
Lo peor de envejecer es hacerlo en soledad. Lo segundo peor es hacerlo sin servicios sociales esenciales. Lo primero lo combate, en buena medida, el entorno rural, que permite un envejecimiento en relación; lo segundo debería combatirlo la administración, garantizando iguales coberturas básicas en toda la geografía española.

[2] España es un territorio desequilibrado, con algunas pocas ciudades cada vez más grandes en la costa y en el centro, y con un interior afectado por procesos de despoblamiento. ¿Cómo resolver esta situación?
No es fácil, casi parece imposible. Las grandes ciudades acumulan población, pero también servicios públicos, empleos, comunicaciones, oportunidades, y cuanto más grandes se hacen más ventajas acumulan. Por el contrario, las poblaciones más pequeñas van perdiendo población, servicios, oportunidades vitales y económicas, como si de un juego de suma cero se tratara: lo que ganan unas, lo pierden otras. Y no parece muy realista pensar en que este flujo hacia las ciudades pueda revertirse, al menos no de manera significativa. Entre la gran ciudad y el pueblo, este parece condenado a perder siempre.


Una posible solución puede estar en la consolidación de ciudades intermedias que actúen como puentes de conexión entre las zonas rurales y las urbanas, permitiendo a la población rural la oportunidad de acceder a servicios básicos (escuelas, hospitales, administración, mercados). Eso es lo que plantea en su último informe anual el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés).
Uno de los autores del informe, José Graziano da Silva, director general de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura), lo explicaba así: "Normalmente, cuando miras un mapa, todo está polarizado: están las grandes metrópolis, que organizan el resto. Todo, desde carreteras, trenes y aeropuertos, pasa por un punto central, la metrópoli. Pero entre esta y las zonas rurales hay ciudades intermedias que no reciben mucha atención". Por el contrario, si en estas localidades se desarrollan los mismos servicios educativos, sanitarios y de comunicación que hay en las capitales y otras grandes urbes, se pueden generar nuevos focos de desarrollo que se extiendan alrededor.
De lo que se trata es de no tener que elegir obligatoriamente entre vivir en una ciudad con todas las oportunidades y servicios o en un pueblo sin nada de esto. De lo que se trata es de coser un territorio tanto tiempo desgarrado.

[3] El 27 de enero de 2017, el Consejo de Ministros del Gobierno de España, aprobó un Real Decreto por el que se crea el "Comisionado del Gobierno frente al Reto Demográfico". La responsabilidad de dirigir esta comisión ha recaído en la persona de Edelmira Barreira, nacida en Verín (Ourense) en 1978, licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Santiago de Compostela, y senadora del PP por su provincia natal.
En este blog hemos hecho referencia, en numerosas ocasiones, a la injusticia histórica que supone el olvido al que la sociedad y las instituciones políticas y económicas han condenado al mundo rural español. Un olvido secular, que ha vuelto casi imposible construirse una vida plena en esa inmensa "España vacía" (como la llama Santiago del Molino) habitada por menos personas que en la misma Laponia ártica (Paco Cerdá). ¿Significa la creación del Comisionado frente al Reto Demográfico que el Estado va a asumir, de una vez por todas, la crisis terminal del mundo rural, despoblado y envejecido, carente de servicios básicos, como si sus habitantes fueran ciudadanas y ciudadanos de segunda? Si así fueran nos encontraríamos ante una excelente noticia.
En colaboración con las distintas Administraciones Públicas, el Comisionado tiene como principal objetivo la elaboración de una Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico de naturaleza global y transversal, con especial atención a la situación que sufren "algunas partes del territorio del Estado, donde factores como el mayor grado de envejecimiento, la ruralidad, la dispersión o la insularidad agravan notablemente los desequilibrios demográficos".
Según he podido conocer por la prensa, la comisionada para el Reto Demográfico, Edelmira Barreira, junto con el Secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro, se han reunido con representantes de la Red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (SSPA, siglas de su denominación en inglés: Southern Sparsely Populated Areas) para compartir preocupaciones y experiencias relativas a la lucha contra la despoblación rural. Hay ejemplos a seguir, como el que se ha puesto en marcha en las regiones del norte de Suecia y Finlandia y, especialmente, en las Tierras Altas e Islas de Escocia, donde gracias a su apuesta permanente y decidida por el desarrollo rural (Scottish Rural Development Programme) han conseguido invertir un largo proceso de despoblación y deterioro económico.
Es verdad que, en la cultura política española, se lleva mucho eso que se atribuye a Napoleón: "Si quieres solucionar un problema, nombra un responsable; si quieres que el problema perdure, nombra una comisión". No es buena señal que la creación de este Comisionado del Gobierno frente al Reto Demográfico deba evitar, por norma, cualquier incremento del gasto público. Habrá que estar atentos a su desarrollo. Críticamente atentos.

Estas reflexiones han sido publicadas anteriormente y por separado en la revista SEMENTERA