jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Aprenderemos?

En la última Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Bilbao encontré una joya: La igualdad, de R.H. Tawney, publicado en 1945 por Fondo de Cultura Económica y traducido al español por Francisco Giner de los Ríos. En sus páginas 320-321 podemos leer lo siguiente:

Se admite hoy generalmente que la crisis financiera  británica de 1931 se debió de modo principal a causas con las cuales tenían poco que ver los gastos públicos en la Gran Bretaña. La City, que había recibido préstamos a corto plazo y los había concedido a largo plazo, no pudo hacer frente a la situación surgida cuando los rumores premonitorios del colapso en la Europa Central hicieron que los saldos extranjeros en Londres volvieran a su lugar de origen. Sin embargo, era evidentemente atractivo adscribir a los gastos exagerados de un gobierno que disgustaba al mundo de los negocios las dificultades resultantes resultantes de las equivocaciones en ese mismo mundo. Viéndose amenazados con el grito de que el país estaba en peligro a consecuencia de una temeraria expansión de los servicios sociales, el gobierno laborista fue incapaz de desafiar la hostilidad de la City o de tomar, sin que se le denunciara como asesino del crédito británico, la medida de abandonar el patrón oro, como hizo su sucesor con el resultado inmediato de ser aclamado como salvador de ese mismo crédito.

¿No nos suena a lo ocurrido en la última crisis de 2008? El marco (ideo)lógico de la derecha es singularmente estrecho, reducido y reiterativo. Tal vez por eso resulta tan exitoso.

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