domingo, 2 de noviembre de 2014

Tres historias muy oscuras y otra que no




Galveston




El estreno de la editorial Salamandra en el género negro no ha podido ser más acertado.
"Hay ciertas experiencias a las que no puedes sobrevivir; después ya no existes de verdad, aunque hayas esquivado la muerte. Lo que pasó en mayo de 1987 está pasando todavía, sólo que han transcurrido vente años y lo que pasó es únicamente un relato. Estamos en 2008 y yo camino con mi perra por la playa. Al menos lo intento. Ya no puedo caminar ni rápido ni bien". Lo dice Roy Cady, el protagonista de Galveston.
¿Hace más daño la compasión que el cáncer? ¿Salvarse uno mismo que salvar a otros? No hay redención en esta historia, al menos no en su expresión más pura.

El leopardo (Harry Hole, 8) (Jo Nesbo)

¡Pero cuándo dejará de sufrir tanto Harry Hole! No creo que haya un personaje tan atormentado en la novela negra como este policía noruego.
El leopardo nos devuelve a un Hole haciendo, más que nunca, honor a su apellido: hundido, roto por dentro y por fuera tras su dramática experiencia anterior con el caso del Muñeco de Nieve.
Novela de crímenes atroces, novela de búsqueda de un despiadado asesino en serie, novela sobre todo de elecciones morales: ¿qué hacer cuando tu padre te pide que acortes su agonía? ¿y cuándo debes elegir entre salvar una vida u otra? ¿y si para acabar con un criminal que amenaza a tu compañera debes arriesgar la vida de un rehén inocente?
Curioso que aún no exista ninguna referencia a esta novela en la página de Roja & Negra.

Un sábado con los amigos

En este caso sin Montalbano, Camilleri convierte una aparentemente banal cena de sábado entre antiguos amigos en un sombrío y fallido acto de catarsis.
Casi un guión, escrita con una economía narrativa más propia del teatro que de la novela, el autor desaparece como narrador y se convierte en un simple "contador", alguien que tan sólo nos va describiendo lo que ocurre, dejando que sea la lectora o el lector quien juzgue lo que está ocurriendo. 
Camilleri nos convierte en voyeurs de una tragedia ajena. Van pasando cosas, observamos todo lo que ocurre, pero él no nos dice nada. Tan sólo va señalando con el dedo esos detalles que, de no hacerlo, podrían pasarnos desapercibidos: esa sonrisa aparentemente cómplice de Fabio hacia Matteo, el leve roce entre las caderas de Matteo y de Rena, los dedos entrelazados de Anna y Andrea...

El pasado, algunos pasados, siempre nos están esperando más adelante, nunca quedan atrás.




Esto es otra cosa. Vuelve George Hayduke, el duro e insobornable ecoguerrero, y reúne a la Banda de la Tenaza para salvar el desierto de Arizona de los dueños de todo, que quieren convertirlo en un negocio de urbanizaciones, minas de uranio y campos de golf:
- Pero maldita sea, George, nos han batido, no hay nada que podamos hacer ya, hicimos todo lo que pudimos y nos vencieron. Son los propietarios del Gobierno, George, lo sabes. Son los propietarios de los políticos, de los jueces, de los medios, del ejército, de la Policía. Son los propietarios de todas las putas cosas de las que necesitan apropiarse.
- No se han apropiado de mí. No se han apropiado de ti.
Hayduke, un Thoreau moderno, desobediente civil pero en absoluto pasivo, que prefiere despeñar excavadoras antes que tumbarse a su paso para detenerlas. Y un desopilante y colorista 15-M animosamente enfrentado a la destrucción del desierto:

Esa gente esta loca. Quiero decir que está loca de remate, es la movida más rara y más friqui y más majara que... que yo haya visto en los días de mi vida. la mitad se la pasa tocando unos tambores mientras la otra mitad da saltos de rana alrededor. Hay un viaje de gente que no lleva puesta nada de ropa. Otro viaje de gente va vestida como Jeremías "ComeHígados" Johnson y llevan avancargas y gorros con cola y collares garras de oso y cuchillos Bowie de dos pies de largo. Hay un viaje de niños por todas partes, la mayoría de ellos desnudos como los parieron. Y otro viaje que parecen como Ángeles del Infierno -y llevan sus Harleys-. Pero los más raros de todos son unos que llevan camisas deportivas y corbatas de lazo y fuman en pipa y se pasan todo el tiempo hablando sobre ética biocéntrica. Y hay una pequeña manada llamada Rayos y Centellas, o algo así, que piensan que cualquier modo de celebración o aplauso es maleducado y destructivo y tratan de que toda esa turba de majaras -debe haber unos mil ahora mismo-, intentan que todos ellos prohíban los chillidos, los gritos, las palmas, cualquier tipo de ruido, y las Centellas creen que podrían hacer una especie de meneo de las manos en el aire, más o menos así... -Hatch intentó ilustrar sus palabras con un grotesco movimiento de las muñecas para gestualizar el movimiento de un pájaro cerca de sus oídos. Hoyle y Boyle se quedaron mirándolo verdaderamente fascinados.

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