jueves, 22 de agosto de 2013

Las pezuñas del rebeco

Este verano he subido dos veces al Pico Murcia (2.349 mts.). La verdad es que se trata de una cumbre preciosa, muy cómoda, que sólo en invierno muestra su faz más agresiva. La foto no es de este año sino del anterior, pero me gusta porque refleja tanto la belleza y altivez del Murcia como su invitadora sencillez: fijaos en el zig-zag que recorre su ancha cintura, ruta normal de acceso desde el valle de Valcabe.


Como decía, este verano he visitado dos veces su cima, pero siempre de paso. La primera vez para continuar hasta Peñas Malas y descender por Hontanillas. La segunda vez ascendí por Mazobres hasta el collado del Arra, y desde ahí fui cresteando hasta el Murcia, bajando por el camino normal.


En esta segunda ocasión, ya con el Pico Murcia a la vista, bajo Las Cerezuelas (2.159 mts.) me topé con el rebaño de sarrios que más cerca he visto en toda mi vida.


Dejé la mochila y me acerqué con la intención de sacar algunas fotos, pero me dí de bruces con el rebeco que hacía las veces de vigía. Aunque la roca tras la que medio me ocultaba produce un feo efecto en la parte inferior de la foto, estoy más que contento de haber podido disfrutar de este encuentro.



Cuánta razón tiene Erri de Luca cuando, en El peso de la mariposa, escribe:

Las pezuñas del rebeco son los cuatro dedos del violinista. Van a ciegas y no yerran ni un milímetro. Se deslizan por los barrancos, saltinbanquis en ascenso, acróbatas en descenso, son artistas de circo para el público de las montañas. Las pezuñas del rebeco se aferran al aire. El callo en forma de cojín hace de silenciador cuando se quiere; si no es así, la uña partida en dos es castañuela de flamenco. Las pezuñas del rebeco son cuatro ases en el bolsillo de un tahúr. Con ellas la gravedad es una variante del tema, no una ley.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Curruquilla: mirador sobre la Montaña Palentina

Llevaba mucho tiempo queriendo ascender a la Curruquilla (2.414 mts.), cima que, a pesar de su considerable altitud, está condenada a verse eclipsada por la poderosa presencia de su vecino Curavacas, con quien comparte cresterío. La Curruquilla es la cima que queda a la izquierda de la foto.


La ruta escogida parte del pueblo de Cardaño de Arriba y comparte camino con la senda que lleva al Pozo de Las Lomas hasta que en una curva, con una señalización pésima, un sendero se abre hacia la derecha descendiendo hasta el arroyo. Ahí comienza la ascensión hacia los altos del Ves, pasando en primer lugar junto a una hermosa cascada.

En cuanto ganamos altura el paisaje se abre y las vistas son espectaculares: Pico Murcia y Peñas Malas...


Espigüete y collado de Arra...


Pico Cuartas, Pico Lomas, Agujas de Cardaño...


Vamos subiendo por un terreno que, a pesar de carecer de sendero claro, no tiene pérdida. La opción más sencilla es seguir el camino bien marcado que lleva al collado del Ves, desde donde se accede al valle de Pineda. Pero si lo que se quiere es ascender de manera directa hasta la Curruquilla, lo mejor es trepar entre pedreras y matorral bajo hasta alcanzar el cordal que viene desde la Peña del Tejo.

Encarando ya la cresta de la Curruqilla dejamos abajo los pozos del Ves



Al fondo, ya desde la cumbre, el Curavacas.


Y a nuestra espalda el otro gigante, el blanco: Espigüete.


Las vistas desde la cumbre son increíbles. No sé si hay otra cima desde la podamos disfrutar de una panorámica tan completa de la Montaña Palentina. En la foto siguiente podemos ver las Agujas de Cardaño, Tres Provincias, Peña Prieta... y al fondo los Picos de Europa.


A pesar de lo que pueda parecer no es demasiado duro. Yo tardé dos horas y veinte en subir, y eso que estaba un poquito averiado como consecuencia de la gozadosa cena con sobremesa prolongada y cánticos posteriores de la noche anterior.
Si puedes, pruebalo. Lo del monte, digo.

domingo, 18 de agosto de 2013

Transferencia de fragilidad

La Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional pretenden resolver el problema del paro en España mediante la reducción generalizada de los salarios hasta un 10%. Según ambas instituciones, esta medida permitiría impulsar el crecimiento económico y, por ello, reducir el abultadísimo desempleo, y ponen como ejemplo del éxito potencial de esta medida a Letonia y a Irlanda, países que al parecer se estaría comportando como alumnos excelentes, aplicando sin rechistar las recetas austericidas de la CE y el FMI. Por supuesto, la patronal española se ha apresurado a arrimar el ascua del 10% a su particular sardina, y si bien con la boca pequeña ha rechazado la reducción propuesta por CE-FMI, en su última asamblea general demandaba del Gobierno español medidas dirigidas a reducir el salario fijo, a permitir encadenar sin límite contratos temporales o a generalizar los contratos de formación a cualquier trabajador que, independientemente de su edad, haya perdido su empleo y aspire a reintegrarse en el mercado laboral. La CE-FMI-CEOE son un lobby feroz para las trabajadoras y trabajadores españoles.
De la situación de Letonia no conozco gran cosa, más allá de que, en efecto, parece estar creciendo a un ritmo elevado, pero a costa de un crecimiento no menos elevado de la pobreza, que alcanzaría al 40% de la población. Si esto es un signo de éxito, el fracaso no va a estar tan mal. El caso de Irlanda es más interesante, y el hecho de que CE-FMI lo utilicen como modelo demuestra a las claras que a la nomenklatura neoliberal le importan un bledo la verdad y nuestra inteligencia. La organización Social Justice Ireland desmonta la idea de que la austeridad neoliberal –algún día habrá que hablar en serio de otra austeridad, la anticapitalista- trabaja a favor de las sociedades que la aplican: en Irlanda la política de austeridad ha generado la mayor transferencia de recursos de las clases medias y bajas hacia las altas en la historia de Irlanda. Los ganadores en este expolio institucionalizado han sido las empresas, sobre todo las multinacionales, y los ciudadanos más ricos.
¿Reducir un 10% los salarios? Según la última Encuesta de Estructura Salarial del INE, aunque el salario medio bruto anual en España era en 2011 de casi 22.900 euros, el sueldo más frecuente, es decir, la cantidad percibida por un mayor número de trabajadoras y trabajadores, fue de 15.500 euros. Por cierto, mil euros menos que en 2010, cuando fue de 16.490 euros. La explicación de esta discrepancia entre salario medio y salario más frecuente (o salario “moda”, en términos estadísticos) es bien sencillo: el mercado de trabajo español presenta una distribución salarial muy desigual, con algunos asalariados que perciben retribuciones muy altas (directores y gerentes cobraron en 2011 sueldos un 137% superiores al salario medio bruto), lo que hace que suba la media, pero sólo a la manera de un espejismo estadístico. Es como ese chiste según el cual entra Bill Gates en un bar y se dispara la renta media de todas las personas que en aquel momento se encuentran en el local... aunque ellas no lo noten.
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