sábado, 20 de abril de 2013

Crece el desamparo

Aparece en la edición en papel de EL PAÍS de hoy.
Pocas veces una errata habrá sido tan cierta.


viernes, 19 de abril de 2013

Bienes comunes



La revista DOCUMENTACIÓN SOCIAL acaba de publicar su último número, dedicado en esta ocasión a la cuestión de los bienes comunes. Aquí puede accederse al indice y a la presentación, de la que reproduzco un fragmento:

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del comonismo” (sí, con “o”). Seguramente exageramos, pero bien pudieran estas palabras constituir el inicio de un nuevo Manifiesto que intente encontrar (y devolver) un sentido compartido a la proliferación de protestas y luchas sociales que, desde sus inicios, se ha convertido en una de las características más singulares de este siglo XXI.
Todo empezó el 30 de noviembre de 1999 en Seattle, cuando miles de personas se manifestaron contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) al grito de “Whose streets? Our streets! Whose world? Our world!” (¿De quién es la calle? ¡Nuestra! ¿De quién es el mundo? ¡Nuestro!). Con el antecedente del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo, organizado en 1996 en Chiapas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la “batalla de Seattle” fue la grieta inesperada por la que se filtró la crítica y la contestación al sistema neoliberal global. Contestación que desde entonces no ha dejado de hacerse notar a todo lo largo del presente siglo, desde la constitución del Foro Social Mundial iniciado en Porto Alegre en 2001 hasta la primavera de 2011, con una ola de indignación ocupando las plazas en todo el mundo.
Pero, ¿de verdad hay algo –algo a la vez objetivo y significativo– que permita relacionar tantas y tan diversas manifestaciones de resistencia, surgidas en lugares tan distintos y tan distantes, planteadas en escalas –globales unas, locales la mayoría– tan diferentes? Otros modos de co-producir, co-decidir y, sobre todo, otros modos de co(n)vivir, que no sean ni públicos ni privados, sin que por ello deban ser antiestatales o antimercantiles.
Nos parece una reflexión que en absoluto resulta ajena a las temáticas y a las preocupaciones que en muchas ocasiones han sido abordadas por esta revista a lo largo de su trayectoria; al contrario, la cuestión de los comunes puede servir para fortalecer nuestra reflexión sobre cuestiones tales como la naturaleza del denominado tercer sector, las posibilidades de la economía social y solidaria, la identidad y la lógica propias de la acción voluntaria, etc. Por ello, en este número de Documentación Social hemos querido asomarnos a esta cuestión de los bienes comunes, los commons o el procomún, denominaciones todas ellas utilizadas para referirse a una práctica tradicional ampliamente extendida por todo el planeta, renovada y reforzada en los últimos años de la mano tanto del movimiento antiglobalización y su lucha contra la mercantilización del mundo como de los colectivos que reivindican el conocimiento y la cultura libres. La concesión en 2009 del Premio Nobel de Economía a la politóloga norteamericana Elinor Ostrom ha vuelto a situar esta cuestión en la agenda teórica y en el debate público. Es una excelente ocasión para reflexionar sobre una perspectiva y una práctica que nos invita a recuperar, desde claves nuevas, el proyecto de una vida en común.

Volveremos a esta cuestión.

lunes, 15 de abril de 2013

Adiós bipartidismo, adiós

"El bipartidismo se resquebraja". Con este titular EL CORREO (y el resto de diarios regionales del grupo Vocento) se hace eco en su edición de ayer de uno de los datos más llamativos ofrecidos por el CIS en su barómetro de febrero: la disminución del porcentaje de voto de los dos grandes partidos estatales, PSOE y PP, que ven cómo, tras tres décadas de alternancia en el poder, sufren la creciente desafección del electorado. Según el CIS, la expectativa de voto del PP sería en estos momentos del 35%, nueve puntos menos que en las elecciones de 2011, quedándose el PSOE en el 30,2%. Mientras tanto, otros partidos como IU o UPyD verían aumentar significativamente su intención de voto.
METROSCOPIA, en su barómetro electoral de abril, detectaba un descalabro aún mayon de los dos grandes partidos. Reproduzco algunos fragmentos de este informe:

En promedio, la distribución de los porcentajes de votos válidos obtenidos por cada partido que ha caracterizado las elecciones generales celebradas en nuestro país ha sido de75/25: 75 % de los votos repartidos entre PP y PSOE y 25 % entre el resto de partidos con representación parlamentaria. Ahora, sin embargo, la tendencia que apuntan los últimos barómetros de Clima Social de Metroscopia es que nuestra sociedad se puede estar encaminando hacia un tipo de reparto de los votos muy distinto: 50/50. O para ser más precisos, hacia una distribución en tres grupos 50/30/20: el 50 % correspondería a la suma de votos logrados por PP y PSOE; el 30% a la suma de votos de  IU y UPyD;  y el 20 % restante a los que corresponderían, en conjunto, a los partidos nacionalistas y regionalistas.
Si se celebrasen ahora unos comicios generales, el PP obtendría un 24.5 % de los votos, el peor porcentaje logrado por este partido desde que, en 1989, compareció por primera vez con estas siglas en unas legislativas, y el PSOE un 23 %, su peor resultado histórico. Tanto IU como UPyD se verían beneficiadas electoralmente del fuerte descenso de los dos principales partidos y podrían casi duplicar -en el caso de la coalición rojiverde- o triplicar -UPyD- su resultado de 2011, de forma que, entre los dos, podrían hacerse con casi un tercio del total de votos válidos emitidos. Esta estimación hipotética de resultados parte, en todo caso, del supuesto de una participación históricamente sin precedentes en elecciones generales: en torno al 53 % tan solo.


Por cierto. la desafección del electorado es particularmente aguda entre los votantes de los dos grandes partidos.


González Pons confía en que se trate de una situación coyuntural, de manera que la salida de la crisis supondrá la vuelta a los "buenos viejos tiempos" del bipartidismo tradicional. Creo que se equivoca.