martes, 31 de julio de 2012

La banda de la tenaza

- ¿Sabemos lo que vamos a hacer y por qué?
- No.
- ¿Nos importa?
-  Lo resolveremos sobre la marcha. Iremos creando nuestra doctrina con la práctica, eso nos garantizará coherencia teórica.

Un cuarteto incalificable empeñado en salvar los desiertos y cañones entre Utah y Arizona de la sociedad industrial, la Megamáquina. Luditas sesentayochistas enfrentados a constructoras, compañías petrolíferas y aspirantes a gobernador del estado.
Como si hubiese sido escrita a medias por Thoureau y Tarantino, La banda de la tenaza nos ofrece un relato agílisimo, lleno de acción, sustentado sobre unos personajes poderosos que lo arriesgan (casi) todo para proteger unos paisajes naturales aún más poderosos:

Territorio loco, la mitad perpendicular al resto, gran parte de él inaccesible incluso para un hombre a pie, sencillamente porque está formado por paredes vertivales. La tierra de Seldom Seen Smith y la única en la que se siente a gusto, seguro, como en casa.
Un verdadero patriota autóctono, Smith sólo jura lealtad a la tierra que conoce, no a esa maraña de inmuebles, industria y población ejambrada, formada por británicos y europeos desplazados y africanos desubicados, conocida colectivamente como Estados Unidos. Su lealtad desaparece fuera de las fronteras de la meseta del Colorado.

Me he divertido muchísimo leyéndola. Pero no sólo eso. Esward Abbey forma parte ya -con Henry David Thoreau, Walt Whitman, Gary Snyder, Jim Harrison o Cormac McCarthy- de mi particular canon literario estadounidense, sección "no pongas tus sucias manos sobre la naturaleza".

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