sábado, 11 de abril de 2009

¡Arriba Amayuelas!


Ayer por la tarde estuvimos visitando Amayuelas de Abajo. Pueblo pero sobre todo proyecto, Tierra de Campos que de la mano de Meli, Marijo, Uxi, Jeromo y tantos otros se ha convertido en Tierra de Utopías. Pero utopias encarnadas, enraizadas en esa tierra llana palentina que tanto ha sufrido y sufre la despoblación de sus núcleos rurales. Inéditos viables, como diría Paulo Freire, tan presente en el proyecto de Amayuelas.
Generosamente, Uxi nos dedicó tres horas preciosas y de su mano fuimos pasando de la recuperación de las viejas técnicas de construcción con adobe a su renovada aplicación para la construcción de viviendas bioclimáticas, de la preocupación por preservar el conocimiento aplicado de los viejos agricultores a la sorprendente Universidad Rural Paulo Freire, de la lucha por preservar la biodiversidad local con ese maravilloso palomar reconvertido en banco de semillas a su vinculación global con las luchas campesinas en todo el mundo... Lo de "otro mundo es posible" es más que un eslogan, entre otras cosas, porque existe Amayuelas.
Mientras nos acercábamos la tarde estaba oscura, con lluvia y hasta amagos de nieve. Cuando regresábamos, después de la visita, el sol había asomado y empezaba a ponerse pintándolo todo de naranjas y rosas.
Amayuelas de Abajo. Si no lo conoces visítalo aquí [http://www.nodo50.org/amayuelas/] pero sobre todo visítalo allí.

viernes, 10 de abril de 2009

El cambio y el cañón de Aracuriare


El PNV recupera su discurso más soberanista ante el Aberri Eguna

EL CORREO, 19/4/9
El PNV ha recuperado su discurso más soberanista, en línea con la fracasada consulta de Ibarretxe, ante el Aberri Eguna que celebrará el domingo, apenas tres semanas antes de la investidura de Patxi López como lehendakari. El presidente del partido en Vizcaya, Andoni Ortuzar, defendió ayer que, «por encima de coyunturas políticas» -en alusión al próximo pase a la oposición de los jeltzales-, Euskadi es actualmente «más nación que nunca», con siete territorios» cuyo «único límite es la libre determinación de los ciudadanos». Su formación -anunció- se volcará en el reto de construir una patria vasca «libre de ataduras externas y de violencia». Mientras tanto, el líder del PNV en Álava, Iñaki Gerenabarrena, advierte en una entrevista con EL CORREO de que los nacionalistas no serán «la tabla de salvación» del PSE.

Hay que reconocer a los nacionalismos el mérito de haber alzado la voz frente a una modernidad liberal que apostó por un universalismo abstracto tan narcisista que ha sido incapaz de reconocer (según alguien tan poco nacionalista como Habermas) que en las mismas categorías conceptuales del Estado nacional se oculta un resto no secularizado de trascendencia, como es la tensión entre el universalismo de una comunidad jurídica igualitaria y el particularismo de una comunidad con un destino histórico que cumplir. Un universalismo irresponsable que no comprende a Amin Maalouf cuando denuncia que las identidades asesinas de hoy son tantas veces las mismas identidades asesinadas de ayer.
Sin embargo, no es preciso ser nacionalista para comprender, asumir y defender lo que de razonable y democrático pueda haber en la crítica al universalismo abstracto. No hace falta, por ejemplo, enredar con la idea de derechos colectivos para comprometerse en la defensa de la diversidad de las culturas nacionales. Como no es preciso perderse por las complicadas veredas de la territorialidad histórica cuando podemos decir, sencillamente, que el tamaño es condición de posibilidad de la democracia, que hay escalas que resultan tan grandes (pero también tan minúsculas) que imposibilitan a los ciudadanos concretos el ejercicio democrático. También es posible defender una construcción nacional -es decir, un proceso de desarrollo de aquellos “hábitos del corazón” que, sin que tengan por qué ser exclusivos de una comunidad humana concreta, son sin embargo vividos por ésta como señas de identidad- sin por ello deslizarse hasta la vieja reivindicación estatalista.
El PNV ha contribuido a construir una improbable estructura política en el País Vasco. Lo ha hecho actuando como un sistema abierto, en permanente intercambio de energía e información con su entorno. Desde hace una década, por el contrario, en su seno llevan la voz cantante los diseñadores de arquitecturas probables sobre los planos del más viejo autodeterminismo. Lo contrario del vertiginoso Guggenheim, edificio de estructura improbable nacido de la audacia, pero también del respeto por un emplazamiento cargado de historia con el que lo nuevo debe conectar, no romper. Y es que, ¿cómo van a ser constructores de algo nuevo quienes no son capaces de valorar la improbable novedad que significó lo que hoy tenemos?
Cuenta Álvaro Mutis en su novela Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero que, en un determinado momento de su vida, decidió Maqroll, hombre de mar, adentrarse en lo más profundo del cañón de Aracuriare. Y que allí, entregado a la introspección, “avanzó en el empeño de entender sus propias fronteras, sus verdaderos límites”, para encontrarse con que en el centro mismo de su ser cobraba forma “una presencia que, aunque nunca había tomado parte en ninguno de los episodios de su vida, conocía toda la verdad, todos los senderos. [Y] al enfrentarse a ese absoluto testigo de sí mismo, le vino también la serena y lenificante aceptación que hacía tantos años buscaba por los estériles caminos de la aventura”.
El nacionalismo vasco necesita perderse en su propio cañón de Aracuriare. Los viejos y familiares caminos por los que ha transitado tantos años ya no le sirven para avanzar. Paradójicamente, el nacionalismo se ha extraviado por empeñarse en recorrer aquellos senderos que mejor conoce. Buscándose a sí mismo, ha acabado dejándose seducir por aquellos que le invitan a desandar lo andado hasta encontrar las tranquilizadoras señales que marcan el camino que llevará a sus viejos objetivos. Y en esa aventura estéril su energía política, clave para este país, se vuelve más y más inútil.

jueves, 9 de abril de 2009

¿Ni tan siquiera nos quedará París?

El sueldo del vicepresidente de GDF-Suez aumentó un 180% en 2008
Jean-François Cirelli había renunciado a sus 'stock-options' de la mayor gasista de Francia
EL PAÍS - 09/04/2009

El vicepresidente del consorcio energético GDF-Suez, Jean-François Cirelli, renunció recientemente a sus stock-options por la presión mediática pero su remuneración aumentó un 180% en 2008, según el informe anual del grupo que recoge la edición digital del diario francés Libération. En concreto, el sueldo del directivo ha pasado de los 460.000 euros a 1,3 millones de euros "con la bendición del Estado que tiene varios representantes en el seno del grupo", agrega el rotativo.


Refiriéndose a los Estados Unidos, el último Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, ha denunciado la creciente consolidación en ese país de un fenómeno alarmante: “el regreso a la posición social heredada”. Frente al mito ampliamente extendido de la movilidad social norteamericana (eso de que un humilde portero puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos), resulta que ese país se caracteriza por tener una distribución de rentas más estática a lo largo de las generaciones y, por lo tanto, menos oportunidades para progresar, que ningún otro país desarrollado. Las fortunas conseguidas muchos años atrás (“a partir de la explotación o el robo de terceros” apuntilla Krugman) siguen siendo fundamentales para explicar una estructura social enormemente desigual. A la vez que la vía fundamental para la movilidad social ascendente –un buen sistema educativo de acceso universal- ha ido deteriorándose, las posibilidades para la transmisión de privilegios no ha hecho más que reforzarse. ¿Cómo? Mediante la derogación del impuesto de sucesiones, por ejemplo. O mediante redes de influencia, enchufe y cooptación que acaban por configurar auténticas castas económicas, políticas y hasta culturales, en las que los hijos afortunados heredan la posición social de sus padres, más allá de toda prueba de capacidad o mérito.
De ahí la fina ironía con la que Krugman resume su planteamiento: “Estados Unidos es, como todos sabemos, la tierra de las oportunidades. El éxito de una persona depende de su propia capacidad y de su empuje, no de lo que fue su padre. No tiene más que preguntárselo a los hermanos Bush”. En definitiva, “las tendencias políticas, sociales y económicas otorgarán a lo hijos de los que hoy son ricos una inmensa ventaja sobre los que han elegido mal a sus padres”. Class matters, “la clase importa”, y mucho. Lo demuestra un excelente trabajo de investigación impulsado en 2005 por The New York Times [http://www.nytimes.com/pages/national/class/]. Como en los tiempos en los que la herencia constituía el hecho dominante en las vidas de las personas, las posiciones sociales vuelven a ser posesiones. Las más preciadas posesiones. ¿Qué queda, en estas circunstancias, del discurso igualitario, central en nuestras sociedades democráticas?
No es de extrañar que, ante este crony capitalism (“capitalismo de amiguetes”), Krugman denuncie que “el mundo ha vuelto a las desigualdades de los años veinte en la distribución de la riqueza”, o que, más duramente, el ex vicepresidente Al Gore haya caracterizado la política económica de Bush como “una forma de saqueo” (El País, 8/8/2003).
Por su parte David Harvey ha propuesto en varias de sus obras una interpretación del proceso que dio al traste con el compromiso de clase sobre el que se alzaron las distintas experiencias de capitalismo del bienestar desarrolladas no sólo en Europa, sino también en Japón e incluso en Estados Unidos, y cuyo paradigma fue el modelo escandinavo: el periodo que se inicia desde finales de los Setenta, que hemos denominado como neoliberalismo, ha sido fundamentalmente un proyecto destinado a restaurar el poder de la clase capitalista. La adopción militante de la doctrina monetarista, la decidida confrontación contra los sindicatos de clase impulsada por los gobiernos de Thatcher y Reagan, la invención del ajuste estructural, aplicado por primera vez a Méjico entre 1982-1984, el reciclado de los nuevos y flamantes petrodólares que desbordaban las arcas de los países del Golfo en los fondos de inversión norteamericanos, etc.; estas y otras medidas –cuya eficacia para revitalizar la economía fue muy limitada en los primeros años- sirvieron para convertir al mercado en vehículo para la consolidación de un nuevo poder de clase. Un poder de clase cada vez más fundado no tanto en las prácticas características de la clásica acumulación de capital, sino en nuevas formas de acumulación por desposesión basada en la aplicación inmisericorde de toda suerte de medidas de privatización y de liberalización que han desarrollado hasta el extremo la estrategia de privatizar beneficios y socializar pérdidas [http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/social/harvey.pdf].

No sólo en Estados Unidos: también ocurre lo mismo en la otrora distinta Europa. También en Francia.
“Les banlieus flambent, le CAC 40 grimpe... Tout est dit. Rarement une élite économique a été aussi déconnectée de la culture de son pays. Pour ces «aristocacs», la seule chose qui compte, cést le monde”. El prestigioso semanario Le Nouvel Observateur comenzaba así un amplio reportaje sobre “Los nuevos aristócratas del capitalismo”, coincidiendo con el apogeo de las revueltas protagonizadas por los jóvenes de las periferias urbanas en noviembre de 2005 [http://hebdo.nouvelobs.com/hebdo/parution/p2142/dossier/a288466-les_nouveaux_aristocrates_du_capitalisme.html]. Mientras los coches ardían en los suburbios el CAC 40 -el índice de la Bolsa de París que agrupa a los 40 valores principales de ese mercado; similar al IBEX 35 español- no dejaba de subir. Todo esta dicho, en efecto. Raramente una élite económica ha estado tan desconectada de la cultura de su país. Para estos “aristocacs” la única cosa que importa es el mundo.
Pero qué mundo…

martes, 7 de abril de 2009

Caminando

Siempre he sido un caminante empedernido (¿o mejor "empiedernido"?). Caminar es una de las cosas que mejor sé hacer y, desde luego, una de las que más a gusto hago. Pero, gustos personales al margen, pocas imágenes habrá más poderosas que la del camino.
En la Biblia es una imagen contradictoria. La historia humana comienza, en el relato del Génesis, con un camino: el camino del árbol de la vida, guardado por querubines y la llama de espada vibrante, camino de salida del jardín del Edén que Adán y Eva deben tomar para convertirse en padres de todos los vivientes. Ahí está también ese Caín, vagabundo y errante en la tierra protegido por la señal de Dios para que nadie lo mate al encontrarlo. Y Abraham, que sale de su tierra respondiendo a la llamada de Dios. Y todo el Exodo. De ahí la cantidad de oraciones, salmos y proverbios en los que la referencia a caminos, senderos y sendas, se convierte en ocasión para hacer una semblanza del hombre justo. Y luego está la historia de Jesús, nacido en el transcurso de un pesado viaje, él mismo caminante impenitente que en el camino encontró a sus discípulos y cuya propuesta puede resumirse en la invitación a acompañarle en su caminar.
El filósofo y ensayista norteamericano Henry David Thoreau, conocido universalmente por su obra Walden, en la que narra su experiencia de vida austera y autosuficiente durante más de dos años en plena naturaleza, así como por su opúsculo Sobre el deber de la desobediencia civil, que inspiró a Gandhi y que sigue siendo un soplo de aire fresco para la mentalidad insumisa, es autor también de un breve ensayo que lleva por título Walking, que podemos traducir por caminar o pasear. En esta obra, Thoreau utiliza la expresión inglesa saunter, que significa pasear tranquilamente, cuyo origen explica de la siguiente manera: según unos, deriva de las personas que vagabundeaban por Europa en la Edad Media y pedían limosna con el pretexto de dirigirse á la Sainte Terre, a Tierra Santa, por lo que eran conocidos como los Sainte-Terrer ; según otros, deriva de los sans terre, es decir, sin tierra ni hogar. Así pues, el que posee el don de sauntering, el don de deambular, es una persona sin hogar fijo que camina en pos de la Tierra Santa.
¿No es sugerente?

domingo, 5 de abril de 2009

¿Otra nación u otro planeta?

"El acuerdo PSE-PP es la prueba de que somos otra nación. ¿En qué otro sitio podría darse ese acuerdo?".
Aintzane Ezenarro, parlamentaria de Aralar en la Cámara vasca (El País, 5/4/09).

Aprecio la tarea que viene desarrollando Aralar y aprecio personalmente a Aintzane Ezenarro. Pero hay declaraciones que me descolocan. El acuerdo PSE-PP es la prueba de que "somos otra nación", dice. ¿Y si fuera justamente lo contrario? La prueba de que no somos "otra nación" sencillamente porque ni siquiera somos una sociedad minimamente cohesionada en torno a unos principios que en otras sociedades y otras naciones están claramente asumidos.